MI QUERIDO, MI VIEJO, MI AMIGO...

Oleo sobre lienzo
Autora: Encarna

Este cuadro lo pinté hace muchos años, en el ochenta y uno dice. Pinté un anciano porque considero que el ser humano es bello en todas las etapas de la vida, y esas arrugas que hablan de toda una vida de sentimientos, sufrimientos, alegrías, vivencias al fin, son muy dignas de ser plasmadas por los pinceles.

Entonces, Salvador, mi padre, tenía casi la edad que tengo yo ahora, era muy joven, y, aunque habíamos perdido a mi madre hacía cuatro años, siempre tiró para adelante, enseñándonos que la vida aún tenía sentido, que nos quedaban muchas cosas por vivir, siempre con el recuerdo de ella, porque así lo querría ella…

No pretendo que éste sea un post triste, porque yo no estoy triste, quizás el haber pasado por tantas cosas con él, su larga enfermedad, sus ganas de vivir, me han dado una visión diferente y de conformidad ante la pérdida de mis seres queridos… es la vida, y es que no hay más, por mucho que nos podamos desesperar… hay que seguir hacia quién sabe dónde.

Hoy, uno de Octubre sería su cumpleaños, ochenta años haría, y hoy quiero dedicarle esta entrada, darle, de alguna manera, ese regalo que no le puedo dar, acompañando el escrito que Espectadora (mi hermana) escribió poco después de su muerte.

Ellos dos estarán siempre en nuestro recuerdo y estamos seguras que, de alguna manera, aún cuidan de nosotras tres.

DIFÍCIL ESCRITURA PARA EL RECUERDO

El tiempo es espeso y lento,
no avanza la palabra en mi escritura.
Escupo una vocal y brota la frase.
Parto lento y doloroso en soledad,
manifiesto lleno de sentidos.
Camino por la página del tiempo
llenándola de puras letras.

Envuelta en su espacio, lo recuerdo, lo siento.
Todavía puedo sentir su tacto, su calor.

Todavía no me organizo en el tiempo,

puesto que la mayor parte de él era suyo.

Toda la vida dio mucho, pero en sus últimos días,

la ternura que desprendía era inmedible.
Solo pedía mi mano, solo pedía mi oído

para que escuchara algo que nunca entendí en palabras.

Pero mis sentidos lo captaron.

Fue una muerte larga y lenta, intensa, dolorosa;

pero a la vez para mi fue un aprendizaje,

porque hasta el final de sus días me enseñó a querer

y a saber apreciar el detalle de la vida.

Su mirada y esa voz quebrada me hicieron ver

que había desistido de seguir luchando por la vida..

Ya no le importaba estar aquí

porque ya había cumplido su misión con los suyos.

Se le acabó el tiempo.

Sabía que tenía una gran familia

y que nosotros nos quedábamos arropados

por todo lo que nos transmitió a lo largo de su vida.

Lo que quería en ese momento era dejar la agonía

y desprenderse de ese cuerpo que no le dejaba ser él mismo.

Se estaba preparando para otro encuentro.

(En el tramo hasta su fin vio a quién lo esperaba)

No tuvo miedo, se marchó feliz y pleno.

A veces lloro, pero no solo de tristeza,

lloro y a la vez río recordándolo,

porque he vivido a su lado muchos momentos,

buenos y malos;

y porque creo que él ha tenido mucho que ver

con la persona que soy.

Presiento que lo tengo muy cerca.

MI QUERIDO, MI VIEJO, MI AMIGO - ROBERTO CARLOS